InicioPolíticaComprender o romperse

Comprender o romperse

“Las ramas de los árboles, cuando envejecen se secan, se vuelven rígidas y se rompen. Cuando están vivas saben mecerse con el viento”. Este pensamiento de Lao Tsé sirve para todo, pero especialmente para la política. El fanatismo lleva al fracaso.

En la última elección de la Provincia el peronismo obtuvo el mismo porcentaje de siempre. Ratificó su fuerza y su techo. No creció en términos porcentuales a pesar de la hecatombe de la alianza LLA-PRO, y la debilidad de otros. Es, por el momento, la única fuerza que está en pie, su desafío es transformarse para romper su techo. Es difícil, pero en otros países hemos visto rejuvenecimientos exitosos.

El PRO, jugando solo, obtuvo en 2017 el 32%, en 2021 sumado a la LLA llegó al 33%, ahora la alianza se desplomó al 19%. Los Milei en vez de aliarse al PRO, cometieron el error de destruirlo. Destrataron a sus votantes y a sus dirigentes, los borraron de todo, y como consecuencia no consiguieron su apoyo.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Los que rechazaban a todos, absteniéndose o votando nulo, subieron de 30% a 44%. Son el espacio para cualquier alternativa. Obligaron a escoger entre Milei o el peronismo y los dos juntos apenas sumaron la mitad de los votos.

Milei ganó las elecciones presidenciales por la demanda de cambio, el rechazo a los partidos que se intensificó después de la pandemia. Fue el espacio de cambio que ocupó Cambiemos, lo tomó LLA cuando lo abandonó, y quedó otra vez vacante.

Los Milei en vez de aliarse con el PRO, cometieron el error de destruirlo. Destrataron a sus votantes y sus dirigentes, los borraron de todo y, como consecuencia, no consiguieron su apoyo

Los principales partidos latinoamericanos, como el PRI, el peronismo, el APRA, AD y otros, fueron clientelares y aparatistas, respaldados a veces por las organizaciones sindicales y campesinas de sus países. Dirigidos por oradores, defendieron ideologías, armaban movilizaciones de seguidores organizados.

Terminada la Guerra Fría, los dos grandes países socialistas se hicieron capitalistas, dejaron de exportar la Revolución y quisieron exportar productos, compitieron por mercados. La izquierda brasileña, mexicana, chilena, uruguaya, siguieron luchando, dentro de la democracia. El “socialismo del siglo XXI” mezcla de macumba, música de protesta, religión y autoritarismo, se liquidó generalmente implicado con el narcotráfico.

La nueva política se expresa con liderazgos extraños a una taxonomía política tradicional. Esto no fue por la una ocurrencia de nadie, los liderazgos simplemente expresan lo que está en la base de la sociedad. Más allá de las teorías los seres humanos somos distintos a los de hace veinte años.

Cuando algunos creen que LLA podría repetir, en este octubre, lo que hizo el PRO en 2019 entre las PASO y la primera vuelta, no ven que LLA está dejando de ser un movimiento postmoderno, para convertirse en un oxímoron: un peronismo enemigo de los sindicatos.

El PRO fue un partido de la red, ni siquiera tuvo un local hasta 2014. No quería casas sino causas. Hizo una política de abajo hacia arriba, integró a los vecinos sin pedirles que se afilien o hagan cursos ideológicos. Unió a personas heterogéneas, que querían construir una alternativa moderna y republicana. Por eso fue “tibio”: los radicales que defienden verdades absolutas tienen problemas para formar mayorías estables en la época de la posverdad.

Lo importante en su estrategia era la gente, no la rosca de dirigentes políticos. Convocó a muchos que no habían participado en la política del siglo pasado, candidateó a gente nueva. Más que un partido de militantes, fue un movimiento de voluntarios. Es lo propio de estos tiempos.

En las PASO del año 2019 el PRO obtuvo 8.521.596 votos, y pasó en pocas semanas a 10.811.586, mientras el peronismo creció apenas de 12.250.850 a 12.946.037. Usó una de las herramientas más importantes de la política contemporánea: las movilizaciones autoconvocadas. No las organizó el partido, sus integrantes no llegaron en camiones contratados, los asistentes no fueron disfrazados de un color, ni hubo dirigentes de la campaña que arenguen a nadie. En nuestros cursos, usamos el discurso mudo de Macri en la movilización inicial, para explicar estos fenómenos.

La campaña presidencial de Milei tuvo una dinámica parecida. Sus partidarios se concentraban espontáneamente, porque creían en un proyecto y se movilizaban con su líder para impulsarlo. Todo lo contrario a lo que hicieron ahora: cerrar la campaña tratando a sus seguidores como ganado, llevándolos en camiones, al corral de un potrero, vigilada por barras bravas y punteros.

La nueva política tiene que ver con las ramas que se mecen, no con las secas que se rompen. Con esa forma de hacer política el PRO vivió 15 años de triunfos y candidatos de otros países han ganado las elecciones. Se han publicado muchos libros al respecto.

La nueva política está en la sociedad, aunque muchos no lo entiendan. El streaming Gelatina es un ejemplo de este fenómeno, los tuiteros que llevaron al poder a Milei son otro. Son libres para trabajar desde su casa con un celular, no obedecen a dueños de medios ni a nadie, pertenecen a otra generación, no apta para la disciplina leninista.

Más noticias
Noticias Relacionadas