La inflación de mayo fue de 1,5% mensual, la más baja en cinco años. Es un dato muy alentador. Lograr que la inflación baje a este ritmo en tan poco tiempo es un gran logro para una economía que venía de niveles de inflación extremadamente altos, incluso con riesgos hiperinflacionarios luego del desastre económico que había dejado el gobierno de Alberto Fernández.
La magnitud del desafío de bajar la inflación en Argentina queda en evidencia con un dato: un argentino de 50 años pasó 4/5 de su vida con inflación anual superior a 20%, la última vez hace más de 15 años. Si la inflación mensual se mantuviera al ritmo de mayo o menos durante un año “el milagro” volvería a ocurrir.
El premio Nobel de Economía Milton Friedman decía que la inflación era en todo momento y lugar un fenómeno monetario. Otro premio Nobel, Thomas Sargent, sostenía que detrás de ese fenómeno monetario estaba siempre el déficit fiscal que necesitaba ser financiado.
No hay magia detrás de esta baja de la inflación que estamos viendo: es el resultado directo del equilibrio fiscal y el orden monetario complementados con el ancla cambiaria. En efecto, el equilibrio fiscal ha sido el pilar central de este proceso. Sin déficit primario, el gobierno ha eliminado la necesidad de financiarse con emisión monetaria. Esto ha permitido al Banco Central mantener una política monetaria ordenada e ir absorbiendo el excedente de pesos heredado.
El ancla cambiaria, tal vez el componente más riesgoso de este programa económico, reforzó el proceso de desaceleración inflacionaria, consolidando las expectativas de estabilidad. Así, en mayo, la apuesta del gobierno de priorizar la baja de la inflación por sobre la acumulación de reservas tuvo una nueva recompensa.
Si bien el 1,5% es muy bueno, sería un error caer en la complacencia. Aunque la inflación actual es mucho más baja que hace apenas unos meses todavía estamos lejos de los niveles que predominan en la mayoría de los países del mundo, donde las tasas anuales (no mensuales!) suelen ubicarse por debajo del 3%.
El camino hacia una inflación baja y estable es largo y usualmente no es lineal, pero estamos en la dirección correcta. Si el Gobierno persevera en la disciplina fiscal y el orden monetario, la “magia” de que la inflación desaparezca ocurrirá.