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Milei aprovechó la ONU para exhibir un alineamiento total con Trump y reclamar una llamativa reforma

El presidente Javier Milei pronunció su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas en un contexto muy peculiar, dado por la promesa de Estados Unidos de darle asistencia financiera. A la espera de ese crédito, el libertario aprovechó el auditorio de la ONU para llenar de elogios a Donald Trump y apoyar cada una de sus críticas al organismo y a otros países, incluso en el tema de la migración, hasta ahora ajeno a los intereses argentinos en el tablero global.

Milei siempre dejó en claro que su política internacional se basa en el alineamiento con Estados Unidos e Israel, pero en esta ocasión mostró una adhesión absoluta, puntualmente con Trump. Con un discurso halagador, destacó su «férrea y exitosa política» para «ponerle frenos a la inmigración ilegal» y su «tarea de magnitudes titánicas» para tratar de reestructurar el comercio internacional.

El Presidente no dejó de lado la agenda histórica de Argentina en la ONU y reiteró el «legítimo e irrenunciable» reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y los territorios circundantes «ocupados ilegalmente», pero fue algo que dejó para el final. Y es que el eje central de su discurso pasó la crítica a los políticos por «privilegiar el repartir las riquezas de hoy por sobre las riquezas de mañana» y a las Naciones Unidas, a las que asigna un rol primordial en esa dinámica que cuestionó.

En ese marco, Milei sugirió que él y Trump son los únicos que están «tomando decisiones difíciles» para «revertir» esa situación y propuso ante la Asamblea una reforma de la ONU basada en cuatro pilares que se trata, en definitiva, de reducir al mínimo su intervención en los temas que interesan a los distintos países y dejar más libertad para que cada quien actúe como crea necesario.

Javier Milei se paró ante la ONU como el mayor aliado de Trump: el guiño inesperado    

En el inicio de su alocución Milei afirmó que «los Estados han entrado en una dinámica muy compleja de revertir» donde «apuntan a privilegiar el repartir las riquezas de hoy por sobre las riquezas de mañana», lo que genera «beneficios presentes» para los políticos pero con «costos futuros aún mayores».

Sobre la misma línea, cuestionó -todavía veladamente- a la ONU por apoyar a «países que muestran una orgía de aumento del gasto público» y remarcó que «el Estado no crea riqueza, sino que la roba, la destruye. Al respecto señaló que él lo sabe por experiencia porque Argentina fue «el único país de la región que no creció en los últimos 15 años» y agregó: «Venimos de un futuro que para ustedes aún no ha terminado de llegar».

Pero «el problema no es solo de política económica, lo vemos cuando se viola la igualdad ante la ley o se abren las puertas de forma indiscriminada a la inmigración por razones políticas. En este caso se trataría de invasión», afirmó el Presidente, al tiempo que señaló que «los organismos de cooperación internacional» como la ONU «tampoco son ajenos a este problema».

Este fue el primer guiño de Milei a Trump, que el día anterior pronunció fuertes críticas a la ONU y a casi todos los países por las políticas migratorias. El argentino subrayó que la organización adquirió «funciones ajenas a su espíritu fundacional» y «ha ido creando capa sobre capa de organismos, agencias y programas hasta alcanzar una hipertrofia de administraciones poco efectivas».

Pero seguidamente pasó al elogio absoluto del presidente norteamericano, con quien buscó emparentarse. Tras señalar que su gobierno «decidió emprender el camino correcto aunque sea el más difícil», afirmó que «el presidente Trump también entiende que es el momento de revertir una dinámica que estaba llevando a Estados Unidos a una catástrofe, y una catástrofe en Estados Unidos es una catástrofe global».

El elogio de Milei a la «guerra de aranceles» de Trump, en plena búsqueda de dólares

De esta forma, Milei sugirió que el mandatario estadounidense está evitando una catástrofe internacional y lo puso en un nivel superior al de la ONU. El propio Trump se había presentado a sí mismo en esa posición durante su discurso del día previo al afirmar que él tuvo que hacer cosas que tendría haber hecho Naciones Unidas.

Pero además de mostrar su alineamiento la política internacional del presidente estadounidense, Milei elogió también su gestión nacional. Destacó primero que «su férrea y exitosa política en términos de ponerle freno a la inmigración ilegal» deja claro que «entiende que debe hacer lo necesario, aunque a muchos no les guste».

Seguidamente, halagó la «guerra de aranceles» que desató Trump al definirla como «una reestructuración sin precedentes de los términos del comercio internacional, una tarea de magnitudes titánicas que hacen al corazón del sistema económico global». Señaló que con esto intenta proteger a la industria de su país. Un elogio curioso al espíritu «proteccionista» de esas medidas, a contramano del ideario libertario.

Para más, el argentino también halagó a Trump por llevar adelante, según dijo, «una limpieza de la captura institucional del estado americano porque en el mismo se habían infiltrado facciones de izquierda que atentaban contra cualquier programa de reforma» y remató: «Este tipo de desafío que tanto Trump como yo estamos abordando tienen un denominador común que todos los países del mundo y las organizaciones internacional deben enfrentar: encontrar la manera de recuperar un interés por el futuro y no sucumbir a la tentación de solo atender las demandas del presente».

La llamativa reforma de Naciones Unidas que propuso Milei, un paso más allá que el norteamericano 

El día anterior al discurso del Presidente, Trump se paró desafiante ante la Asamblea General y lanzó: «Siempre dije que la ONU tiene un potencial tremendo. Pero ni siquiera se acerca a cumplirlo, lo único que hacen es escribir cartas con palabras vacías, y las palabras vacías no detienen guerras».

Milei no solo lo siguió en ese cuestionamiento, al afirmar que le «gustaría» que la ONU «lidere el cambio de paradigma» que proponen él y Trump, sino que además fue un paso más allá al proponerle a la Asamblea una reforma profunda del organismo basada en cuatro «principios» concretos.

El primero sería el «principio del mandato esencial», según la cual la misión central de la ONU debería ser «preservar la paz y la seguridad internacional» y que cualquier otro tema se conciba como «complementario a ese fin».

Al segundo lo llamó «subsidiaridad internacional» y lo explicó: «La ONU debería intervenir sobre un tema únicamente cuando sea evidente que el problema excede de manera demostrable la capacidad de acción nacional, todos los demás casos corresponde devolverlos a la iniciativa a los Estados».

Este es el punto más sensible de la propuesta, porque implica que las Naciones Unidas se mantengan al margen de casi cualquier problema de índole internacional, como podría ser la guerra en Medio Oriente, dado que la definición sobre la «capacidad de acción de cada país» para atender un conflicto es, al menos en esa explicación, vaga.

Como tercer principio, señaló que la ONU «necesita» un «proceso de reestructuración» como el que intenta llevar a cabo su gestión en el Estado argentino, con auditorías y «cierre de programas ineficaces». El cuarto establece que la organización solo apoye «iniciativas que no restrinjan la capacidad de los Estados de atraer inversiones productivas». Se puede leer allí otro guiño a Trump y su cuestionamiento a las políticas de cuidado ambiental, entre otras.

El reclamo sobre Malvinas y la liberación de Nahuel Gallo 

Los elogios a Trump no pueden ser interpretados de otra forma que no sea como un nuevo intento -más marcado que nunca- de congraciarse con un presidente de estilo muy particular, que se ha caracterizado por tomar algunas medidas de acuerdo a sus simpatías o antipatías netamente personales, para asegurarse que los u$s20.000 millones que prometió el Tesoro lleguen al Banco Central.

Sumergido en ese plan, Milei dejó para el final de su alocución los temas «de vital importancia para la Argentina», como los definió. Allí puso en primer lugar el «reclamo legítimo e irrenunciable» de soberanía sobre las Islas Malvinas, pero también aprovechó para lanzar un dardo a la ONU y señalar que «situaciones coloniales como estas siguen sin ser resueltas» por el organismo.

Además, expresó su «repudio a las expresiones de violencia fundamentalistas que aún existen y se propagan por el mundo», con una mención a los atentados contra la AMIA y la Embajada de Israel y el reclamo de que «las circulares rojas de Interpol sean respetadas» para que los acusados sean juzgados en Argentina.

En ese marco, también aprovechó para advertir sobre «una escalada inadmisible de la violencia política por parte de la izquierda global». Con ese telón de fondo, reclamó la liberación del gendarme argentino Nahuel Gallo, «secuestrado y detenido de manera arbitraria en Venezuela» y la «liberación inmediata de los rehenes que permanecen cautivos en Gaza».

De todas formas, el discurso de Javier Milei ante la ONU pareció centrarse casi exclusivamente en resaltar su alineamiento con Estados Unidos y puntualmente con las ideas y medidas que promueve Donald Trump mientras espera por el auxilio financiero para su gestión. Las críticas al organismo no son algo nuevo para el libertario, pero en este contexto fueron el complemento de un objetivo mayor y más concreto: conseguir dólares y calmar al mercado hasta las elecciones de octubre.

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