Tenía definido qué quería pescar, pero costaba encontrar pesqueros donde pudiera juntar a las dos especies que buscaba. Estamos pasando tiempos de sequía, los charcos están vacíos. A algunos arroyos sólo les corre un hilito de agua, las lagunas se encuentran secas, los ríos perdieron su caudal, pero siempre nos queda la posibilidad del más ancho del mundo, nuestro querido Río de la Plata. Esta cuenca se mueve con las mareas que suceden todos los días y que, a veces, aportan mayor cantidad de agua y otras no tanto.
Las especies que estábamos buscando eran dorados y tarariras, y en el delta Del Plata iban a estar y en buena cantidad. Como siempre sucede, es muy fácil buscar el grupo de amigos para concretar este tipo de salidas y más sabiendo que la íbamos a pasar muy bien. Hablé con varios guías amigos y todos coincidieron en que la pesca sufría diferentes vaivenes, pero conociendo y haciendo las cosas medianamente bien, la teníamos asegurada.
Selección de lugares conocidos y no tanto
En esta oportunidad lo llamé a Franco Casaccia, un joven guía de pesca que está saliendo de manera continua para recorrer los diferentes puntos neurálgicos de las viejas y nuevas secciones del Delta. Charlando de varias cuestiones, fuimos congeniando una próxima salida y seleccionado todos los lugares que iríamos a visitar. Entre ellos la isla Solís, Oyarvide, La Raja, La Rajita y varios lugares poco conocidos frente a la costa sur de la isla Martín García. La idea era pescar con carnada natural y señuelos, y para esto debíamos llevar equipos diferentes (siempre aclaramos que se puede hacer todo con uno solo, pero no es lo ideal).
Para la pesca con artificiales optamos por cañas de spinning y baitcasting de 1,80 a 2,10 m de largo, con reeles frontales y rotativos chicos y medianos cargados con hilo multifilamento entre 30 y 40 lb (1 lb = 0,453 kg). Según las circunstancias del río, siempre va a haber señuelos que funcionen más que otros, pero a la hora de contarles que debemos llevar les decimos: todos los que tengan y puedan, sin olvidar los artificiales de látex que funcionan muy bien en sectores sucios con palos, pastos, ramas, etc. Para esta modalidad debemos agregar leaders de acero, bogagrip, pinza, anteojos y visera.
Nunca olvidar tampoco los repuestos, como ser snaps, anillas, anzuelos triples y simples, etc. En cambio, para la pesca con carnada natural podemos agregar cañas de hasta 2,40 m de largo, reeles redondos o del tipo huevito tamaño mediano, cargados con hilo multifilamento de 40 lb o nylon monofilamento de 0,40 mm. Además, leaderes de acero de unos 40 cm de largo y 60 lb de resistencia, plomitos corredizos de 20 a 40 g y anzuelos del 6/0 al 8/0. Las carnadas más efectivas son el sabalito vivo, anguila, bagre amarillo y mojarrones.
Los equipos todos listos, las mismas ganas de siempre… sólo restaba acordar el día y salir al río más ancho del mundo para practicar nuestro deporte favorito: la pesca deportiva. Llegamos bien tempranito a la guardería Lange, donde Franco, nuestro guía, estaba sobre uno de los pontones tirando la atarraya para juntar carnada viva. En esta oportunidad me acompañaron mis amigos Pablo y Chichi, aventureros de mil batallas.
En marcha al río
Con las primeras luces del día cargamos todo sobre el trucker y, a velocidad moderada, navegamos hacia el corazón de las islas anteriormente mencionadas. El río estaba en la parada de agua para bajante, por lo cual decidimos probar con carnada natural y líneas con boyas en la salida de los arroyos. Entrando muy despacito por uno de los canales de Oyarvide –y sorteando algunos obstáculos–, llegamos a la desembocadura del arroyo La Vikinga: el agua corría muy despacito, pero lo suficiente para dejar derivar la línea.
Hicimos dos o tres pasadas, y nada, ni un pique hasta que el río empezó a correr con más fuerza. Ahí si se activaron los dorados. Había de todos los tamaños y muy combativos. Algunos, incluso, llegaron a superar los 3 kg de peso.
Ya habíamos cumplido con el tema carnada natural y nos fuimos derecho a uno de los bancos de arena que sufre el contorno de la isla Solís, la idea era pescar con artificiales, así que nos bajamos de la embarcación para vadear la zona. Optamos por señuelos del tipo sliders, como ser el Rubí Jerk, Gozio Valkiria, Pucará o algún minnow que no bajara más de 50 cm. El resultado: una fiesta de piques, dorados que picaban con voracidad y muchas veces se prendieron dos por señuelo. Volvimos a la embarcación y navegamos unos pocos minutos para probar otro pesquero, esta vez en la parte norte de la zona conocida como La Raja. Ya con un poquito más de agua, toda la pesca se hizo desde la lancha con resultados similares.
Los dorados se sentían pinchados por nuestros señuelos y saltaban regalándonos el show al cual nos tienen acostumbrados. Completo nuestro relevamiento sobre la pesca del tigre de los ríos, nos cruzamos hacia la isla El Britolo en busca de las taruchas. Antes de llegar, pasamos por unos zanjones a probar con carnada natural, pero esta vez utlizando sólo un plomito corredizo de 5 o 10 g sobre la madre y un leader de acero con anzuelo encarnado con postas de anguila.
Arrojando las líneas sobre la costa y moviéndolas de vez en cuando, obtuvimos varios piques de buenas tarariras, llegando alguna a los 2 kg de peso. Tras haber probado esta modalidad sólo nos restaba intentarlo con artificiales. Pusimos algunos señuelos de subsuperficie y algunos látex para probar sobre los pastos. Caminamos sobre un banco de arena hasta llegar a un bañado que se estaba secando debido a la bajante, condiciones ideales para no fallar. Había que embarrarse para llegar a los mejores lugares y hacia allá fuimos. El guía volvió a demostrar que conoce y que sabía cuándo llegar a cada lugar. Por eso vale la pena contratar uno.
Cada pez a su debido momento
Todos tuvimos piques continuos, las taruchas andaban hambrientas o enojadas porque todo lo que pasaba cerca de alguna de ellas, lo atacaban. Recorrimos todos los minipesqueros caminando sobre bancos de arena o barro, pero en cada uno de los lugares donde probábamos, teníamos pique. Otro sector del Delta desbloqueado, así que ya era hora de volver, pero teníamos una carta más para jugar en cuanto a los dorados.
Como el río estaba en condiciones inmejorables, cruzamos todo lo que sería Playa Honda y alrededores, y apuntamos a la costa de zona norte. La idea era seguir probando con los dorados solo con artificiales. Equipos en mano, señuelos de paleta número 1 o 2, como los banana Alfers, Gozio Bendy, mojarra NG, Raptor Rex, Rubí Saar, etc. Todos en posición y lanzando hacia la costa.
El pique nos seguía: cada dos o tres lanzamientos teníamos capturas y los dorados eran muy lindos, de entre 45 y 55 cm; muy divertidos. Habíamos pasado todo el día, ya los brazos estaban cansados así que decidimos volver y, con una navegación muy segura, llegamos a la guardería donde solo se hablaba de la gran jornada. Para los pescadores que quizás no conozcan la zona como se debiera, realmente siempre la vamos a recomendar porque suele darnos sorpresas que jamás olvidaremos.